Nos hemos preguntado ¿Se habló de la gravedad antes de Newton? ¿Creó alguien más ese concepto antes de que le cayera la manzana a Newton en la cabeza? Para conocer está etapa de la gravedad, te presentamos la siguiente historia
Cuando escuchamos hablar de la gravedad, es casi automático pensar en Isaac Newton y la famosa historia de la manzana que cae sobre su cabeza. Aunque este episodio es más anécdota que hecho comprobado, la contribución de Newton a la ciencia es indiscutible: en 1687, en su obra Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, formuló la ley de la gravitación universal, explicando por qué todo lo que sube, eventualmente, tiene que bajar. Antes de Newton, muchos se preguntaron ¿Por qué se caen las cosas?
Puedes leer: Leonhard Euler: Un matemático con los pies sobre lo «imaginario»
Pero, ¿cómo se entendía este fenómeno antes de Newton? ¿Qué pensaban los antiguos sobre las caídas, los movimientos y esa fuerza invisible que lo mantiene todo unido?
Antes de Newton: entre intuiciones y filosofía
Mucho antes de que las ecuaciones dominaran la física, los sabios del mundo ya trataban de entender por qué los objetos caen. Desde la antigua India hasta Grecia, se desarrollaron explicaciones que mezclaban filosofía, observación y religión.
El astrónomo Alexandre Cherman lo resume de forma contundente:
La gravedad es especial. ¿Cómo explicar que los dos mayores genios de la ciencia, Newton y Einstein, se dedicaran a ella?
Y es que incluso Albert Einstein afirmó:
La gravedad es lo primero en lo que no pensamos. Parece tan natural que rara vez la cuestionamos.

Aristóteles y el lugar natural de las cosas
En la antigua Grecia, Aristóteles (384 a.C. – 322 a.C.) fue uno de los primeros en intentar dar una respuesta sistemática a este fenómeno. Para él, los objetos caían porque tenían una tendencia natural a volver a su elemento original. Es decir, una piedra caía hacia la tierra porque estaba compuesta, precisamente, de ese elemento.
Esta visión dominó el pensamiento occidental durante siglos. Como explica el físico e historiador José Luiz Goldfarb,
La física aristotélica predominó hasta bien entrada la modernidad. La caída se entendía como una búsqueda del cuerpo por su lugar natural en el centro del universo: la Tierra
La mirada del oriente: intuiciones científicas en la India antigua
Pero no todo empezó en Grecia. En el siglo VIII a.C., sabios hindúes ya hablaban de una fuerza que mantenía unido al Sistema Solar y colocaban al Sol en el centro, siglos antes de Copérnico. El filósofo hindú Kanada, en el siglo VI a.C., incluso asoció el peso con la causa de la caída, anticipando una intuición que siglos después se afinaría con precisión científica.
El término en sánscrito para gravedad, gurutvaakarshan, contiene la raíz “guru”, que no solo significa maestro espiritual, sino que también alude al peso y lo poderoso. Un guiño lingüístico que conecta lo espiritual con lo físico.

La Edad Media: más que oscuridad, una etapa de transición
Aunque muchas veces se califica a la Edad Media como una época oscura para la ciencia, hubo avances notables. Filósofos como Abu Yusuf al-Kindi (801-873) y Solomon Ibn Gabirol (1021-1058) reflexionaron sobre fuerzas que actuaban sobre los cuerpos desde el cielo o sobre la inercia de los objetos.
Al-Khazini (1077-1155), por ejemplo, propuso que el peso de los cuerpos variaba según su distancia al centro de la Tierra, una idea sorprendentemente cercana al concepto moderno de campo gravitatorio.
La teoría del ímpetu, defendida por Iohannes Philoponus (490-570), afirmaba que un cuerpo en movimiento mantenía una fuerza transmitida por quien lo lanzaba. Aunque incompleta, se acercaba a la idea de inercia que más tarde desarrollaría Galileo.
Puedes leer: Galileo un heredero de la astronomía copernicana (I)
De Galileo a Newton: hacia una ley universal
El Renacimiento trajo consigo nuevas formas de pensar el mundo. Leonardo da Vinci estudió la relación entre la densidad y la velocidad de caída, y Galileo Galilei demostró que todos los objetos caen con la misma aceleración, independientemente de su peso. Sin embargo, ninguno logró dar con una ley que lo explicara todo.
Y ahí entra Newton. Con su ley de gravitación universal, revolucionó la ciencia al afirmar que todos los cuerpos se atraen con una fuerza proporcional a sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa. Ya no se trataba de «tendencias naturales», sino de una fuerza concreta, medible, universal.
Goldfarb lo resume así:
Newton nos permitió dejar atrás la idea del ‘lugar natural’ y entender la caída como una acción de la fuerza que la Tierra ejerce sobre los cuerpos
Una fuerza con historia
El término «gravedad» proviene del latín gravis (pesado), y su uso se consolidó con la expansión del conocimiento científico en Europa. Las traducciones de textos árabes al latín durante la Edad Media, y la aparición de universidades como Bolonia, París y Oxford, jugaron un rol clave en su difusión.
La historia de la gravedad no solo es la historia de una fuerza física. Es también el relato de cómo la humanidad ha buscado comprender el mundo, desde intuiciones filosóficas hasta teorías científicas. Un viaje que, desde Aristóteles hasta Einstein, ha transformado nuestra visión del universo. Ahora, ya sabemos ¿Por qué se caen las cosas? Pero, antes que Newton.