«Si me preguntasen qué prefiero, mi respuesta no tardaría en salir de mí: me gusta más mi nombre de pueblo. Cuando un pibe me nombra «Evita» me siento madre de todos los pibes y de todos los débiles y humildes de mi tierra. Cuando un obrero me llama «Evita» me siento con gusto «compañera» de todos los hombres».
(Fragmento del libro «La razón de mi vida» escrito por Eva Perón en 1951).
RELATOS DE UNA ABUELA…
Con medio taco esperaba en el silencio del dolor… como miles. Cada tanto venían chicos jóvenes a traer “sanguchitos y mate cocido”, ella me contaba.
Los pies se le acalambraban, un fuego le subía por las piernas de tanto esperar, pero ella seguía esperando, estoica, su turno en la larga fila para ver los restos de “Evita». Así… simple: LA EVA.
Mi abuela se había tomado el colectivo desde Quilmes, tardó en llegar aproximadamente una hora. Era temprano por la mañana cuando llegó a “la capital”. Al bajar caminó unas cuadras y se puso en una fila eterna, hacía frío; la espera duró hasta la madrugada.
En la fila la gente hablaba; estaban todos cabizbajos, transidos por un dolor infinito que les calaba los huesos más que el frío de julio, que se transformaba en un eco de llantos en aquel día destemplado. Había muerto la “reina de los pobres”, la que había traído la esperanza de un mundo mejor para ellos, los había resignificado desde un lugar diferente: no de caridad, sino de dignidad. Les había puesto un nombre: “mis cabecitas, mis descamisados”. Los había puesto en la historia, junto a ella… porque los había tomado de la mano y caminado junto a ellos, como una más, porque Eva era pueblo y el pueblo era Eva.
Mi abuela estaba ahí, era ella y eran miles… caminando despacito para llegar a verla.
Desde chica me gustaba que me contaran ese relato, aunque se ponía un poco triste mi abuela. Ella decía: «cuando llegué a ver a Evita solo fueron unos segundos… había una chica que pasaba un trapo con alcohol… o algo así sobre el vidrio. Entonces… la vi. Empecé a llorar, no pude aguantarme, tan chiquita, con sus manitos blancas, tan acompañada y tan sola… parecía una muñeca…».
Parecía una muñeca… mi abuela siempre terminaba el relato así.
Solo fueron unos segundos, pero esos segundos los recordó mi abuela toda su vida.
Eva fue pueblo y el pueblo estuvo con ella hasta el destino final: el recuerdo eterno y permanente.
Rompió todos los paradigmas, fue carne y alma de una Nación entera. Un diamante facetado… tantas aristas para una sola mujer. Se han escrito tantos libros sobre Eva, demasiados para mi gusto.
A veces son las historias domésticas las que perduran en la mente colectiva de los pueblos, porque los libros se olvidan o quedan guardados en alguna repisa. Pero las historias como las de mi abuela, infinitamente contadas a través del tiempo, permanecen “vivas“ porque se transmiten desde el alma. Ahora también es mía, inscripta en un pañuelo bordado que guardo con la inicial “M” (del nombre de mi abuela), debajo de la tapa de su autorretrato, al lado de mi mesa de luz. En aquel pañuelo mi abuela enjugó sus lágrimas aquel día…
Esa historia, ese pañuelo, fue el legado de mi abuela.
Esas historias son como una marca de yerra en el alma de las Naciones, más que cualquier biografía aunque sea la mejor contada. Los datos biográficos jamás serán suficientes para describir a “La Eva”; solo los que la han sentido y la han amado pueden entender su ideario, sus sacrificios, su labor social y política, su agonía. Solo quienes han vibrado con su voz desde las plazas pueden entender quién fue, por qué vivió y para qué murió…
Un poco de su historia…
«… Eva Duarte nació en Los Toldos, Provincia de Buenos Aires, el 7 de mayo de 1919. Hija de Juan Duarte y Juana Ibarguren. Fue actriz, incursionó en la radiofonía de esa época, hasta que conoció al general Juan Domingo Perón y se casó con él. A partir de ese momento fue una pieza clave y comenzó a desarrollar un papel fundamental a su lado…». Pág. Del Ministerio De Cultura de la Nación Argentina.
Fue en un festival para recaudar fondos por el terremoto de San Juan, donde los destinos de Eva Duarte y Juan Domingo Perón se cruzarían para cambiar la historia.
Las clases obreras, sus «descamisados» eran su horizonte de trabajo social infatigable, pero también hay que reivindicar su figura como una mujer que se ocupó de otras mujeres, una gran masa de mujeres amas de casa y trabajadoras que no tenían acceso al voto, que no tenían acceso al poder: reducto de hombres en todos los ámbitos.
En ocasión del centenario de su natalicio, Cristina Álvarez Rodríguez, sobrina nieta de Evita y directora del Museo Evita, había referido: «No teníamos documento. No solamente no votábamos, dependíamos de la partida de nacimiento de nuestro padre varón. Era una sociedad asimétrica, que discriminaba a las minorías. La vigencia de ella, y sus valores, el amor en la política, el coraje, hoy viene bien recordarlos».

Reseña Social y Jurídica:
Evita y el ingreso de la mujer argentina al poder político:
En su rol de primera dama, Eva Perón desarrolló un trabajo intenso, tanto en el aspecto político como en el social. En cuanto a la política, trabajó intensamente para obtener el voto femenino y fue organizadora y fundadora de la rama femenina del peronismo. Esta organización se formó con llamamientos hacia todas las mujeres de distintas extracciones sociales, en cada ciudad y Provincia del país.
En el aspecto social, se concentró en la Fundación Eva Perón, la misma era sostenida por donaciones de los mismos trabajadores y empresarios simpatizantes de la causa del General Perón y Eva Duarte.
Hogares para madres y ancianos, hospitales, dos policlínicos, la llamada Ciudad Infantil, escuelas… incluso torneos deportivos para integrar a niños y adolescentes, en pos de la inclusión de los más necesitados, a la vida social.
Tuvo un rol preponderante en el puente establecido con el sindicalismo argentino y consolidó dicha estructura de poder a fin de brindar una mejor asistencia y apoyo a los obreros.
Evita fue un personaje controvertido, de muchacha humilde a líder popular indiscutida. Ella se propuso desde el poder brindar derechos a los más “desposeídos”, y en particular a la mujer.
Había proyectos de ley que no se habían motorizado y fue Eva quien los propició con total arrojo y sin miedo a enfrentarse con estructuras de poder absolutamente machistas. Desde ese lugar fue defensora de los derechos de la mujer, y debemos recordar que el día 11 de noviembre de 2021 se cumplirán 70 años desde que la mujer argentina pudo votar por primera vez. La mismísima Eva Perón lo hizo cuando ya transitaba la enfermedad que la llevaría a la muerte, es famosa la foto de Eva votando desde su cama de hospital.
Esa ley era exigida por diferentes agrupaciones sociales y políticas; desde principios del siglo XX las mujeres feministas luchaban para lograr el merecido “voto femenino». Es dable remarcar que los proyectos de ley sobre los derechos de la mujer habían sido vetados en forma recurrente por una mayoría conservadora, quienes se negaban en forma sistemática a otorgar derechos políticos a la mujer.
Las elecciones de 1951 fueron un plafón importante ya que por primera vez fueron electas diputadas y senadoras mujeres.
Mas de 100 legisladoras se incorporaron al cuerpo otrora solo conformado por hombres.
Todas ellas provenientes del partido Peronista estrenaban sus armas políticas en el Congreso. La rama femenina del partido permitió el ingreso de las mujeres al Poder Legislativo por primera vez.
Biógrafos ilustres de Eva Perón remarcan que esa rama femenina del partido peronista fue fundamental para dar forma al proyecto que consagraría el ingreso de la mujer al Poder Legislativo y el sufragio femenino; fue a través de dicha rama que Evita pudo consumar ese sueño colectivo.
Se construyó entonces una estructura de poder que permitió a la mujer argentina acceder a ámbitos impensados en otros momentos históricos. El ingreso “masivo“ de la mujer al poder político solo se repetiría muchas décadas después con la sanción de la ley de Cupo femenino de 1991, que obligaba a los partidos a presentar un 30 por ciento de mujeres en sus listas.
En uno de sus discursos encendidos, Eva Duarte desde un palco preguntaba a la multitud:
«¿Por qué, si rendimos igual, nos han de pagar menos?»
No solo fue la ley de sufragio femenino, sino la necesidad de que la mujer trabajadora ganara un sueldo mejor, más digno.
A ello se le sumó el incansable trabajo de Eva para profesionalizar la enfermería. Los derechos de los y las trabajadores fueron mas que diatriba en el accionar político y agenda social de Eva Duarte de Perón.
Ley de voto femenino:
Como mencioné anteriormente, las mujeres, en especial las del partido socialista argentino, venían bregando por la igualdad de derechos políticos.
Evita supo visibilizar esta carencia y consiguió la Ley 13.010 o «Ley Evita”, como se la conoció, que permitió que las mujeres argentinas pudiesen votar por primera vez en la historia.
El voto femenino era un reclamo histórico de los movimientos feministas, que exigían la igualdad de derechos, deberes y oportunidades entre las mujeres y los hombres. En Argentina las demoras no eran por cuestiones de agenda legislativa, sino por una profunda creencia de que no era el momento para que dicha ley se sancionara; pero lo fue el 9 de septiembre de 1947, y fue promulgada el 23 de septiembre de ese mismo año, de ahí que hoy en día en esa fecha se recuerde el «Día Nacional de los Derechos Políticos de la Mujer».
Eva Duarte llevó a la palestra temas muy controvertidos, discutidos y combatidos desde la élite “machista y conservadora” que conformaba el núcleo duro de poder.
Eva Duarte se animó a librar batallas contra esos núcleos poderosos, lo que llevó a que se convirtiera en un personaje odiado y denostado por su osadía y verborragia feroz desde la tribuna política.
Con Evita, la mujer obtenía roles protagónicos inusitados en el país y toda América Latina.
Si bien para esa época persistían los discursos sociales de la mujer ama de casa y sostén del hogar, también es cierto que un nuevo modelo se avizoraba: la “mujer en acción”, militando y formando parte de la vida social argentina.
Durante el primer peronismo esas mujeres que formaron parte de la rama femenina, quedaron un poco raleadas de la historia: sus nombres se perdieron en el tiempo, aún se desconocen a ciencia cierta biografías de aquellas primeras delegadas y subdelegadas del partido, su labor militante en Unidades Básicas, enseñándoles a las demás mujeres cómo ejercer sus derechos políticos. La labor de las primeras delegadas aún no es tan conocida como debiera.
Eva Perón tuvo que resignar en 1951 su candidatura a la vicepresidencia, el llamado “renunciamiento histórico”. Las aristas que tuvo el mismo son para un análisis particular: ya fuera por su enfermedad, ya fuera por presiones de distintos estamentos, excede el marco de esta nota adentrarnos en el mismo. Lo cierto es que resultó apoteótico aquel discurso en el que Eva Perón daba un paso atrás de un cargo político para dar un paso adelante hacia la inmortalidad histórica de todos los que la seguían como indiscutida mujer de acción. El poder masculino en todo caso fue la valla que no pudo traspasar, no en ese momento, sí después de su muerte en forma irrefrenable e irrevocable, para siempre.
Las bases para la Constitución social de 1949
Así, la reforma constitucional de 1949 fue nada más ni nada menos que la consagración de los derechos y luchas que se habían propiciado a través de la labor contundente en el área social y política del matrimonio Perón, y el corolario de la sanción del voto femenino del año 47.
La Constitución Nacional de 1949 fue sin lugar a dudas una de las primeras constituciones sociales del mundo y la primera que rigió por más de 6 años en nuestro país. El movimiento obrero se había convertido en un factor de poder, y los llamados derechos sociales se consagraban explícitamente en nuestra Carta Magna: una nueva estructura de poder se plasmaba en nuestra Constitución. Aunque derogada posteriormente por el gobierno militar, los derechos retornarían potenciados luego por pactos internacionales que serían integrados en las nuevas reformas, ya que las luchas por la reivindicación de los derechos de la mujer y por los derechos de los trabajadores seguirían en el contexto internacional sumando adeptos y fuerzas como también marcos normativos
«… En el orden regional, en marzo de 1948, en Bogotá, Colombia, se daba nacimiento a la Organización de Estados Americanos y se promulgaba la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre. Ese reconocimiento de principios fundamentales que venía haciendo la comunidad internacional se vería plasmado, con toda su fuerza, en el texto inspirado por el ilustre jurista Arturo Sampay. La consagración de los derechos del trabajador, de la familia, de la ancianidad y de la educación y la cultura pusieron a la Constitución de 1949 a la cabeza de las cartas magnas que incorporaban en su múltiple dimensión a los derechos humanos. Del mismo modo, se dio fuerza constitucional a la función social de la propiedad, el capital y la actividad económica, estableciéndose la protección de los recursos naturales y la propiedad imprescriptible e inalienable de la Nación sobre los mismos. Y no puede tampoco soslayarse que ya en el Preámbulo se ratificaba la irrevocable decisión de constituir una nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana». Palabras del señor Ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, Dr. Julio Alak, en la presentación: «Constitución de 1949: a 200 años del Bicentenario».
Solo las mujeres que tienen el coraje de enfrentar la historia con hechos contundentes y que se exponen a ser amadas y odiadas tanto como lo fue Eva Duarte de Perón, tendrán un lugar en las páginas de la historia como sucesoras de la memoria del pueblo.
Eva Duarte, o simplemente Evita (como el pueblo la bautizó), fue una figura que rompió todos los precedentes históricos y definió una modalidad política nunca vista hasta entonces. Durante el breve período de su actuación, al lado de Perón, fue el centro de un creciente poder y se convirtió en el alma del movimiento peronista, en su esencia y en su voz. Adorada y a la vez odiada por millones de argentinos, lo que jamás provocó fue la indiferencia.
Eva Duarte de Perón entró en la inmortalidad el día 26 de julio de 1952.
Reseña para datos biográficos.
Página del Ministerio de Cultura de la Argentina: Evita 101 años de legado y leyenda.
Constitución de 1949 . A 200 años del bicentenario. Página 7. Dr. Julio Alak
Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón. Reseña.
Texto de la Constitución de la Nación Argentina de 1949.
Cuadro K. Rod. “Flores para Evita” realizado en acrílico sobre madera por la autora de la nota, Roxana Rodríguez Riveira.
«No llores por mí», canción interpretada por Nacha Guevara.